Hay agua. Afuera hay agua, en el cielo también.
En las nubes, en las esquinas.
En la tierra debajo de mis pies. Entre las flores nacidas.
Hay agua golpeando arriba.
Agua corriendo la suerte.
Agua perdida en los huecos del asfalto.
Y todo termina escurrido viajando por grandes grietas,
ríos de grietas
hasta los sinfines del planeta,
donde nacen los grandes cataclismos…
cuando fui gota del rocío desprendido,
dejado a ser vacío en la penumbra
dejado a ser del aire una espesura infantil, un viento niño
queriendo elevar en vuelo los caminos.
"Por las honduras desciende,
por las honduras regresa invisible al sol
confundida en su piel suave
incorpórea y fluida
inocente y ligera otra vez"
Volví a ser gota del rocío en la penumbra agitada
toqué las flores, las mañanas, volví a detalle infantil del viento
corrí las grietas que llevan aguas
fui temerario y fugitivo hasta sinfines de los tiempos
bajé a la Tierra más oscura, vi guardados los secretos.
Donde nacen los cataclismos…
y te aprisionan, y te convierten.
En partícula de sueño, en un pretexto.
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"Por las honduras desciende.
Incorpórea y confundida se vuelve.
Regresa invisible al Sol"
Siento de repente
la lluvia caer en pedazos espejos,
las piedras rozar la indomable virtud,
la tierra volverse
hacia el suelo en destellos.
Siento, de repente
la apacible soledad verter
al desierto vacío poblar
de inminentes ausencias.
Siento,
qué significa inscribir los intentos.
Profesar incrédula,
mi religión.
Quisiera un descanso sobre un valle sin tierras,
entre el húmedo verde empapar mi silueta
bajo el sol de aquel cielo olvidado de estrellas
arropar mi existir con la atmósfera intensa.
Quisiera un descanso cada vez que amanezca,
que la muda alborada me despierte serena
y que el canto del río apacigüe mis penas.
Quisiera tener cada noche la espera
entre el frío esparcir sensaciones primeras,
recordar viejos vuelos, alistar la conciencia.
Quisiera un respiro, un suspenso… una tregua
abrazar la fortuna a la eterna existencia
de los días sin tiempo, los espacios que aquietan…
los temblores terrenos que el humano despierta.
…“Puede uno pensar en personas extrañas, pero Hugo adoraba los extremos parece; abusaba de la generosidad divina en cuanto a rareza y extravagancia. Y no era asunto de atuendos y colores chocantes con purpurinas como solían vestir en esos tiempos los muchachos.
Caía a pedazos de su delgada figura un aroma a criatura diferente, que se divisaba entre la alfombra gris enjambrada de la cuidad, como florecillas en sus pámpanos bajo la llovizna delicada.
Así, todo el paisaje se dibujaba al paso de este hombrecito, enmudecido de tanto indagar en pensamientos.
La transparencia de las cosas simples más complejas.
Un ovillo desmembrándose desde lo alto de la historia.
Un misterio de azulados matices con fondos claroscuros y perspectivas irreales.
Entre los límites de la mudez, un autismo amarrado a la conciencia.
Así todo él, se encaminaba hacia la vida de colores ansiada desde niño”…
.
.
El viento impávido
de soslayo arrebata el sueño.
Un aire quedado,
que no es sereno.
Tengo frío,
ese que parte los huesos
que encarna el odio
que confunde la conciencia.
